Me cuesta creer que esté cayendo la tormenta sobre mí y vengas a cubrirme con tu paragüas.
Me cuesta imaginar que queda algo bueno, que algún día seré feliz, que se irá este sentimiento de culpa.
Y ahí sigues, con tu chubasquero amarillo pescanova, contándome que algún día cesará la tormenta y , quizás, en ese momento ruedes colina abajo con una sonrisa de oreja a oreja pensando que ya no te necesito.
Puede que tengas razón porque siempre se sigue sobreviviendo pero, por favor, no te vayas esta noche , cúbreme con tu paragüas para que pueda evitar un rato el sonido de la tormenta (atormenta).